El Cerro de San Juan de Coria del Río ha vuelto a demostrar la importancia que tuvo en el pasado con un nuevo hallazgo arqueológico. Durante una actividad dirigida por el arqueólogo Jacobo Vázquez, Decano del Colegio de Doctores y Licenciados de Filosofía y Letras de Sevilla y Huelva, ha concluido con unos resultados altamente positivos y que abren nuevas perspectivas sobre la historia y la ocupación de este enclave estratégico a orillas del Guadalquivir.
Durante la intervención se han realizado tres sondeos que han permitido identificar distintos niveles de ocupación, destacando especialmente los hallazgos en el segundo sondeo, donde se ha documentado una secuencia estratigráfica que alcanza el periodo romano imperial (siglo I d.C.). Entre los descubrimientos más relevantes destaca una fase de ocupación datada en época paleocristiana (siglo V d.C.), caracterizada por el hallazgo de un hogar o cocina exterior, con restos de combustión (carbones) y una cazuela tosca completa asociada, lo que apunta a un espacio utilizado para la preparación de alimentos.
Fragmentos de vajilla y dos monedas
Esta fase se ha datado gracias a la presencia de fragmentos de vajilla de sigillata africana y dos monedas aparecidas en una zanja de expolio que afectó a estructuras anteriores. Precisamente, durante esta fase de ocupación tardía se ha registrado el expolio de una estructura edilicia anterior, de la que se conserva su cimentación con fábrica de fragmentos de materiales constructivos, y que se interpreta como los restos de una edificación de época romana altoimperial (siglo I-II d.C.), lo que confirma la ocupación temprana del cerro y su importancia en época romana.
El Sondeo 1 ha documentado una secuencia contemporánea de acumulación de escombros, mientras que el Sondeo 3 ha permitido recuperar un elemento de alto valor etnográfico: un pozo de captación de aguas fechado entre los siglos XVII y XVIII, construido en ladrillo y mortero de cal, y cubierto en los años 70 del siglo XX por una bóveda de ladrillo y cemento. Este pozo, ya visible en fotografías de los años 30 del siglo pasado, fue probablemente el principal punto de abastecimiento de aguas para este sector de Coria del Río. Mediante la introducción de una cámara, se ha constatado que conserva en buen estado una rosca que alcanza una profundidad de al menos 16,5 metros.