Coria del Río ha puesto en marcha su nuevo Centro de Tratamiento de Adicciones (CTA), una instalación largamente esperada que dará cobertura a 18 municipios de la ribera del Guadalquivir y del Aljarafe. El centro, situado entre las barriadas de la Blanca Paloma y la Dehesa del Rey, se presenta como un recurso clave para la atención de personas con adicciones en la comarca.

La iniciativa es fruto de la colaboración entre el Ayuntamiento de Coria del Río, que aporta la infraestructura y su mantenimiento, y la Diputación de Sevilla, responsable de la dotación de personal. Según la delegada de Bienestar Social, María José Cantón, “esto es el inicio de una gran estrategia en la lucha contra la droga”, destacando la importancia de una coordinación estrecha entre los servicios sociales, asociaciones locales, el área de salud y el propio CTA.

Hasta ahora, los vecinos de Coria y municipios cercanos tenían que desplazarse hasta el centro de Miraflores para recibir tratamiento. Con esta nueva instalación, los pacientes podrán acceder a un servicio más cercano y accesible, equipado con consultas de enfermería, atención psicológica y salas para terapias grupales, cumpliendo con los requisitos de homologación de la Junta de Andalucía.

El alcalde Modesto González ha subrayado la relevancia de esta apertura, calificándola como “un día muy importante para el municipio”. Recordó que el edificio que ahora alberga el CTA tiene un fuerte valor simbólico para la localidad, al haber sido anteriormente el primer colegio de la Blanca Paloma y más tarde el Taller Ocupacional Amaro.

Para adecuar el edificio a su nueva función, el Ayuntamiento ha llevado a cabo una rehabilitación integral con una inversión cercana a los 100.000 euros, financiada a través del Plan Actúa, dentro del programa municipal de asistencia social primaria. Las actuaciones han incluido mejoras en revestimientos, fontanería, instalación eléctrica, carpintería, cerrajería y pintura.

El nuevo centro no solo atenderá adicciones a sustancias como el alcohol o las drogas, sino también aquellas sin sustancia, como la ludopatía o la adicción a los videojuegos, adaptándose a los nuevos desafíos que afronta la salud pública.

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