Imagen del acusado sentado en el banquillo antes de comenzar el juicio FERNANDO BARROSO/EUROPA PRESS
Imagen del acusado sentado en el banquillo antes de comenzar el juicio FERNANDO BARROSO/EUROPA PRESS

Abel M.L., el varón acusado de asesinar a Dolores Ortiz, la vecina de San Juan de Aznalfarache cuyo cadáver fue descubierto la madrugada del 1 de febrero de 2020 en la plaza de Blas Infante de dicho municipio aljarafeño, ha declarado este martes en el juicio que celebra en su contra la Audiencia de Sevilla que «nunca» agredió ni amenazó a la víctima, achacando a las drogas o «el mono» determinados aspectos de sus comparecencias previas en la fase de instrucción y las «contradicciones» que le ha atribuido la Fiscalía.

Mientras este hombre está acusado de asesinar a la que fuera su pareja la madrugada del 1 de febrero de 2020 en la plaza de Blas Infante de dicho municipio, arreándole más de 23 golpes con un objeto contundente y con borde mientras la víctima estaba acuclillada y cubierta por un abrigo fumando droga; durante su comparecencia en el juicio con jurado popular promovido en su contra ha negado cualquier autoría del crimen.

Abel M.L., quien ha accedido a responder a la fiscal y a su abogado defensor, pero no a las acusaciones particulares y popular, ha relatado que, en efecto, ambos eran toxicómanos y mantuvieron una relación aproximadamente entre 2006 y 2009, si bien ha precisado que se veían «un día sí y otro no» y ha asegurado que no llegaron a convivir juntos o si lo hicieron fue durante «poco» tiempo, toda vez que tras ello seguían encontrándose para consumir drogas.

El testimonio del acusado

Empero, frente a la acusación de que él utilizaba supuestamente a su expareja para que acudiera a comprar drogas y además le quitaba dinero y sustancias estupefacientes, Abel M.L., popularmente conocido como El Moco, ha asegurado que «nunca» obligó a Dolores Ortiz a buscar estupefacientes para él, así como que tampoco la forzó para que se prostituyese y así obtener dinero con el que adquirir las sustancias. Del mismo modo, ha negado que hubiese agredido a la víctima, pues se le achaca una presunta conducta violenta sobre la fallecida, que según la Fiscalía y las acusaciones tendría «miedo» de él.

Por contra, Abel M.L. ha asegurado que cuando se encontraba con Dolores Ortiz, ella «veía el cielo», pues usualmente él la «llevaba a desayunar» y le daba «cinco euros para una dosis». Así, ha insistido en que «nunca» agredió a Dolores Ortiz.

Ya rememorando la madrugada del 1 de febrero de 2020, el acusado ha relatado que vio a la víctima en la calle en dos ocasiones, la primera en la calle Venezuela sobre las 1 horas, cuando ella le habría preguntado si tendrían valor unos «cables» que llevaba en una bolsa; y la segunda sobre las 3:15 horas, cuando habría visto a la mujer siendo interpelada por una patrulla de policías nacionales, ante lo cual él se retiró de allí para comprar su última dosis de la jornada y sobre las 3:30 horas habría recalado ya en su vivienda, donde su hermano le «abrió la puerta», según ha relatado.

Las «contradicciones»

A tal efecto, tras señalar la fiscal del caso sus «contradicciones» con relación a su comparecencia en la fase de instrucción del asunto, cuando habría relatado que vio por primera vez a la mujer a las 2 horas de la madrugada y que él regresó a su hogar entre las 5,30 y 6 horas, -situándose a sí mismo en la calle en el lapso de tiempo en el que fue perpetrado el crimen-; el acusado ha alegado que si lo dijo de tal manera fue porque entonces estaba «bajo los efectos de la droga» o con «el mono», es decir el síndrome de abstinencia.

En esa misma línea, ha indicado que «puede ser» que la mañana siguiente al crimen coincidiese en la calle con un testigo al que según la investigación habría dicho que él habría matado a la víctima, pero negando que dijese tal extremo a esta persona, ante lo cual la fiscal ha señalado una nueva «contradicción» avisando de que en fase de instrucción, el acusado habría manifestado que «no conocía» al citado vecino y que no se encontró con él sobre las 9 horas.

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En cualquier caso, El Moco ha defendido que habría coincidido en la calle con este vecino «sobre las 11» horas de ese día o del siguiente, negando que le hubiese manifestado que había «reventado la cabeza» a Dolores Ortiz, expresión esta última usada por la fiscal en su pregunta. El acusado, en ese sentido, ha asegurado que tan sólo habría dicho a esta persona que «habían matado a Loli», porque era lo que se comentaba «en el barrio».

«Estaba ya malo» de no consumir

Así, Abel M.L. ha encuadrado sus declaraciones en la fase de instrucción el caso en que «estaba ya malo» por el síndrome de abstinencia tras su arresto y «no era consciente» de lo que decía, asegurando que la Policía Nacional le «insistía» para que confesase el crimen, pero él es «inocente».

En paralelo, y a preguntas de su abogado defensor, ha insistido en señalar al varón con el que en el momento del crimen mantendría Dolores Ortiz una relación sentimental, achacando a la víctima «robos a sus clientes» como prostituta, entre otros aspectos.

Entre los testigos, una toxicómana amiga de Dolores Ortiz ha relatado que en una ocasión vio «muy asustada, llorando e histérica» a la víctima, que le reclamaba «que no la dejase sola, porque El Moco la tenía amenazada», extremo que habría sucedido aproximadamente «un mes» antes del crimen. Según ha testificado, la mujer no accedía a denunciar a Abel M.L., porque temía «represalias».

Ella «tenía miedo» de El Moco

Otra toxicómana también amiga de Dolores Ortiz ha explicado que la víctima y El Moco «no se llevaban bien» y ella le contó que «tenía miedo» de él. Es más, según ha relatado, ella habría manifestado que él la agredía y, en una ocasión, ella presenció cómo durante una «pelea» entre ambos por cuestiones de droga, Abel M.L. «arrastró por el suelo» a la fallecida.




Igualmente, ha prestado de declaración un agente que unos dos meses antes del crimen, intervino al presenciar «una reyerta» entre El Moco y la víctima, a la que Abel M.L. propinaba según sus palabras «empujones» y golpes que no llegaban a la intensidad de puñetazos. Tras el incidente, según ha narrado, Abel M.L. habría «perseguido» a Dolores Ortiz hacia su domicilio en una actitud «violenta» y con visible «agresividad», si bien finalmente ella «no quiso» interponer ninguna denuncia.

Este agente ha dicho además que El Moco «no era bien avenido en el mundo de la droga» y «usaba» a la fallecida para la adquisición de las sustancias, asegurando además que el acusado, a quien ha descrito como una persona «violenta» cuando sufre el síndrome de abstinencia, «era la pareja» real de Dolores Ortiz, quien también tenía «otras parejas adicionales» y relaciones «puntuales». En ese sentido, ante la figura del «novio» de Dolores Ortiz señalado por Abel M.L., ha zanjado que ella se relacionaba «con cualquiera que pagase».

Uno de los agentes de la patrulla de la Policía Nacional que coincidió con Dolores Ortiz la madrugada de los hechos, de su lado, ha testificado que la mujer les dijo que se marchaba porque «tenía un cliente», exponiendo que no le constaba que Abel M.L. la agrediese y que ella «se dejaba ver» con el individuo señalado anteriormente como pareja de la mujer en aquellos momentos.

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