La Audiencia de Sevilla ha celebrado este jueves la cuarta sesión del juicio con jurado popular promovido contra Abel M.L., alias El Moco, el varón acusado de asesinar a Dolores Ortiz, la vecina de San Juan de Aznalfarache cuyo cadáver fue descubierto la madrugada del 1 de febrero de 2020 en la plaza de Blas Infante de dicho municipio aljarafeño.
Durante la sesión de este jueves, ha comparecido como testigo un operario del servicio municipal de limpieza del Ayuntamiento de San Juan que conocía tanto a la víctima como al acusado, ambos toxicómanos, toda vez que según la investigación, El Moco, expareja de la víctima, habría asesinado presuntamente a la misma entre las 4,30 y las 5,30 horas de la madrugada arreándole más de 23 golpes en la cabeza con un objeto contundente y con borde mientras ella estaba acuclillada y cubierta por un abrigo, fumando droga en la plaza.
Según ha rememorado este testigo, toxicómano también a la fecha de los hechos según ha dicho él mismo, poco después de la 1 de la madrugada del 1 de febrero de 2020 circulaba con su vehículo del servicio municipal de limpieza cuando vio a Dolores Ortiz junto a la iglesia de San José Obrero, a unas decenas de metros del lugar donde fue perpetrado el crimen pocas horas después. «No lo vi de milagro», ha manifestado.
Este testigo ha relatado que vio a Dolores Ortiz «normal, como siempre», y dado que ella estaba recogiendo colillas del suelo, le ofreció «un par de cigarrillos» de la marca Ducados.
Después ha testificado quien fuera la última pareja sentimental de Dolores Ortiz, pues ella y Abel M.L. habrían sido pareja entre 2006 y 2009, continuando en contacto tras su ruptura para consumir drogas, contexto en el cual dos amigas de la fallecida han declarado durante el juicio que la misma tenía «miedo» de Abel y que este le había agredido en ocasiones previas.
El relato de su última pareja
Efrén, como se llama la última pareja sentimental de Dolores Ortiz, ha precisado que no vivían juntos y que vio por última vez a la víctima sobre las 18 horas del 31 de enero de 2020, relatando que por sus conversaciones con la víctima, sabía que Abel habría «pegado mucho» a la misma durante la relación que mantuvieron ambos. No obstante, ha aclarado a preguntas del abogado defensor de Abel M.L. que no habría escuchado que ella tuviese «miedo» del acusado.
Cabe recordar, con relación a este testigo, que frente al papel de pareja de Dolores Ortiz que se le atribuye, un agente de la Policía Nacional de San Juan testificaba que El Moco, a quien describía como una persona «violenta» cuando sufre el síndrome de abstinencia, «era la pareja» real de la fallecida, quien también tenía «otras parejas adicionales» y relaciones «puntuales». En ese sentido, explicaba que ella se relacionaba «con cualquiera que pagase».
Además, han testificado dos facultativas de toxicología que han fijado entre las 4,45 y las 5,45 horas de la madrugada la muerte de Dolores Ortiz, un cálculo que «no es exacto», agregando que antes de su fallecimiento, Dolores Ortiz había consumido cocaína, metadona y «probablemente heroína», además de cannabis pero esta última sustancia días antes. En el momento de su muerte, según han indicado, Dolores Ortiz estaba «bajo la influencia» de sustancias estupefacientes.
«Traumatismo craneoencefálico muy severo»
Igualmente, han testificado los dos médicos forenses encargados del caso, quienes han fijado entre las 4,30 y las 5,30 horas de la madrugada la hora de la muerte de Dolores Ortiz, describiendo que la autopsia del cadáver reflejó que la mujer recibió múltiples impactos inciso contusos en la cara, la parte delantera del cráneo, la frente, el entorno de los ojos, los labios hasta la fractura de piezas dentales, la parte posterior del cráneo hasta ser levantado el cuero cabelludo y la oreja derecha hasta quedar destrozado el pabellón auricular.
En ese sentido, han detallado que la víctima murió por un «traumatismo craneoencefálico muy severo», causado por «un objeto contuso, de al menos un borde y de mucho peso», quizá «una barra, una loseta o un adoquín», según ha planteado uno de estos médicos forenses, quienes han precisado que Dolores Ortiz apenas presentaba dos «heridas de defensa» en un dedo y un codo, lo que refleja su «escasa defensa» ante el ataque sufrido.
Y es que la salpicadura de sangre descubierta en el murete de la plaza junto al cual yacía el cadáver refleja que en el momento de la agresión, la víctima estaba «casi sentada, recostada o tumbada».