La hermandad de Santa Marta de Sevilla logra que los refugiados ucranianos ubicados en San Juan de Aznalfarache puedan utilizar el transporte público de Andalucía de forma gratuita. En concreto, en colaboración con el Consorcio de Transporte Metropolitano, se han otorgado 30 tarjetas (27 para adultos y otras siete para adolescentes). Dichas tarjetas se podrán son válidas en los tres metros andaluces, los autobuses urbanos y metropolitanos y el catamarán de la Bahía de Cádiz. Este grupo de refugiados estrenan así, una de las medidas recogidas en el Plan Andalucía con Ucrania.
San Juan de Aznalfarache, el hogar temporal de los refugiados gestionados por la hermandad de Santa Marta
Antonio Távora, hermano mayor de Santa Marta, ha explicado a Aljarafe Digital que de las 60 personas procedentes de Ucrania que trajeron a mediados de marzo, 47 eligieron Sevilla como residencia temporal. Todas ellas, se hospedan en la Casa de Cursillos de Cristiandad ubicada en San Juan de Aznalfarache.
«Fletamos un autobús para llegar a la frontera de Ucrania con Hungría y llegamos a Sevilla con 47 refugiados hace más de quince días. Muchos de ellos decidieron irse quedando por el camino en otras ciudades. Desde entonces, no hemos parado», sostiene Távora. «Trámites administrativos, cobijo, escolarización, atención sanitaria o, ahora, también la tarjeta de transporte gratuita para ellos, son solo algunos ejemplos de la labor incesante de la hermandad y muchos voluntarios solidarios anónimos que no han dejado de apoyarnos en ningún momento».
Misión pionera en Sevilla en proceso
Desde que la hermandad de Santa Marta decidiera tomar cartas en el asunto, su ayuda humanitaria con los refugiados ucranianos ha sido incesante. Antonio Távora indica que los refugiados van a estar muy probablemente «una larga temporada», por lo que la ayuda debe ir más allá de la acción temporal. «Aunque ahora mismo necesitar, no necesitamos nada porque lo básico está cubierto, tenemos un bizum operativo en el número 01586».
Y efectivamente, a día de hoy, «comida, ropa y enseres de primera necesidad los tenemos, pero de repente llueve y tenemos que gastar 300 euros en paraguas. En esas ocasiones, la disponibilidad de fondos económicos es importantísima».
Desde que la hermandad de Santa Marta acudió al socorro de refugiados en la localidad fronteriza húngara de Záhony, su misión ha sido constante. Fueron nueve las personas que partieron y ahora la familia solidaria ha crecido notablemente. «No debemos olvidar que no tenemos un espacio temporal limitado. La atención al pueblo ucraniano puede durar meses, e incluso años».