Imagen de la concentración por la libertad de Pablo Hásel en el Teatro Romero de San Juan de Aznalfarache.
Imagen de la concentración por la libertad de Pablo Hásel en el Teatro Romero de San Juan de Aznalfarache.




Junto a uno de los centros culturales más vivos de San Juan de Aznalfarache, el Teatro Romero San Juan, cerca de un centenar de vecinos y vecinas se han concentrado para mostrar su rechazo al encarcelamiento de Pablo Hásel.

Bajo el lema «Rapear no es delito», el acto ha sido protagonizado por la poesía y la música, intercalando mensajes en favor de la libertad de expresión y de creación. «Sin las críticas a quienes nos gobiernan y a quienes ejercen la jefatura del Estado, no habría democracia», explica Fran Sánchez, uno de los intervinientes.

Entre banderas andalucistas y republicanas, la convocatoria se ha desarrollado en la más absoluta tranquilidad y sin ningún evento de violencia como sí hemos podido ver en otras concentraciones celebradas esta semana en todo el país. Los disturbios, la violencia policial o los ataques al mobiliario urbano han protagonizado el debate político de días atrás, quedando apartada la discusión legal y democrática de la condena a Pablo Hásel. Dos pares de vehículos de la Policía Local y Nacional estuvieron presentes durante el evento sin que tuvieran que intervenir.

«Va a ser la primera persona en toda Europa que entre en prisión por rapear«, denunciaba un representante de la CGT. «Habrá letras que muchos no compartirán o que pensarán más o menos adecuadas», desarrolla Fran Sánchez, «pero en televisión están publicando los mensajes que tienen que ver con terrorismo, no sé si os habéis preguntado por qué no sacan los mensajes sobre las injusticias sociales en los barrios».

Llamar mafioso al rey emérito es una «calumnia» para la Audiencia Nacional

La condena por la que la Audiencia Nacional ha ordenado el ingreso en prisión de Pablo Hásel deriva del contenido de más de 60 mensajes y vídeos difundidos por este rapero entre 2014 y 2016, en los que entre otros aspectos aseguraba que el exjefe de ETA, Joseba Arregi, murió «torturado» por la Policía; o ensalzar a miembros del Grupo de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo) como Isabel Aparicio, «exterminada por comunista» según sus palabras.

Además, junto a la imagen de otra miembro del Grapo, habría difundido el mensaje de que las manifestaciones «no son suficiente» y abogando por «apoyar a quienes han ido más allá».




Del mismo modo, entre los mensajes mediarían diversos que atribuían al rey emérito Juan Carlos I múltiples delitos, incluso de homicidio y malversación, en los que se definía al monarca como «capo mafioso saqueando el Estado español», «borracho tirano» o «basura mafiosa».

Más allá de la «crítica social»

Según la sentencia condenatoria del Supremo, que confirma la condena inicial de la Audiencia Nacional, el mencionado rapero no puede ampararse meramente en la libertad de expresión, considerando que los mensajes enjuiciados implican «un indudable carácter laudatorio de organizaciones terroristas». Para el Supremo, los mensajes del rapero van más allá de la crítica social y comportan una alabanza no ya de objetivos políticos, sino de los medios violentos empleados por esas organizaciones terroristas.

Igualmente, el Supremo indica que si bien la posición neutral del Rey no le pone al abrigo de toda crítica, «en modo alguno puede admitirse que formar parte de la Monarquía suponga una servidumbre de carga que obliga a aceptar la emisión pública de injurias y calumnias vertidas con publicidad con un amplio público que pueda visualizarlas». Al respecto, el Supremo avisa de que en estos mensajes no hay una crítica a la actuación de la Monarquía o sus miembros, sino directamente «frases injuriosas y calumniosas».

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