Rocío Casado, maestra de Infantil en un colegio de Gelves / Clara Fajardo
Rocío Casado, maestra de Infantil en un colegio de Gelves / Clara Fajardo

Rocío Casado, maestra de Infantil en el Colegio Doña Rosa Fernández de Gelves, explica que «el ‘Rincón de la casita’ es la manera de que nos convirtamos en iguales cuando vemos que realmente lo somos». Así lo practica cada día en sus clases con niños de tres años, con quienes comparte un 8M como «un día festivo y de orgullo por mi género».

La maestra de Infantil de Gelves organiza sus clases dividiendo grupos de trabajos en distintos puntos del aula. Uno de esos espacios favoritos de los niños es el ‘Rincón de la Casita’. Según Rocío Casado, elementos como un muñeco bebé, una carrito de la compra o juguetes de limpieza son materiales unisex que usan todos.

«Los niños de tres años no vienen con clichés, los activamos nosotros, los adultos». Casado hace hincapié en que «no existe una predisposición genética para desarrollar más unas habilidades u otras, pero si empezamos a sesgar tareas y opciones de juego desde pequeños, marcamos su futuro comportamiento».

Rocío es consciente de que «vivimos en sociedad y la carga histórica está ahí, pero de verdad que tengo ‘cracks’ haciendo puzles en ambos géneros en todas las disciplinas». En el ‘Rincón de la Casita’ uno puede dedicarse a la veterinaria, a la medicina, a la limpieza, a vender en el supermercado o a dar de comer a un bebé. «Es un espacio libre de estereotipos y estigmas».

«La enseñanza se pierde grandes maestros hombres»

Rocío Casado sostiene que, al ser funcionaria, «la brecha salarial no existe por ley», pero quizás, «mi profesión como maestra está encasillada en una especialidad de chicas. Ahí puede que resida el machismo que percibimos sobre todo, en la educación Infantil y Primaria. No ocurre tanto en Secundaria», subraya.

Los datos hablan por sí solos. La promoción de Magisterio de Rocío de 2003 empezó en primero con tres hombres, en segundo se quedaron dos y se graduó solo uno. La mayoría de sus compañeras, tanto en la Facultad, como en su centro educativo son mujeres. «La enseñanza se pierde grandes maestros hombres por este encasillamiento». Quizás haría falta más ‘Rincón de la Casita’ en la concepción sobre las opciones profesionales para hombres y mujeres.

«El nombre de mujeres en los libros de texto a veces se mete con embudo»

Las cuotas, la discriminación positiva o los imperativos legales de género no son la vía que más comparta Rocío Casado para la conquista de la igualdad entre hombres y mujeres. En su opinión, «por supuesto que hay que otorgar el sitio que corresponde en la historia a grandes protagonistas de la misma que son mujeres. Sin embargo, creo que no se debe sustituir el papel de algunos hombres por mujeres por el simple hecho de pertenecer al género femenino».

En defensa de una meritocracia universal, y trayendo el asunto al patio de Infantil que gestiona cada día Rocío Casado, recuerda un episodio «muy puntual, en el que la valía femenina combatió por mérito propio al incipiente machismo en algunos niños de otra clase de Infantil diferente a la suya».

En la ficción, la gran mayoría de los superhéroes son hombres, por lo que uno tiende a relacionar esa palabra, superhéroe, con el género masculino. Así, Rocío Casado presenció una pequeña disputa que se solucionó por pura «lógica aplastante». Ante la premisa de que un superhéroe era superior a una superheroína, «tanto las niñas, como los niños de mi clase resaltaron algunas de las batallas que personajes como Superwoman o Ladybug llevaban a cabo. Ambas ganaban en muchos casos a comics masculinos por poseer claros superpoderes superiores».

Organización e implicación de toda la familia

Mujer, maestra y madre. La combinación de estas tres ‘m’ no sería posible sin organización e colaboración de toda la familia para Rocío. Es consciente de que el horario de su profesión suele facilitar la conciliación, pero «justo por eso, existe la tentación de sumar más y más misiones imposibles a nuestra jornada. Añadidos que nos imponemos nosotras mismas pretendiendo abarcarlo todo. No somos Superwoman, y detectarlo a tiempo es un descubrimiento».

La receta de la conciliación que le funciona a Rocío es «una tabla con horarios que recoge la adjudicación de los quehaceres del hogar» para todos los miembros de su familia compuesta por su marido, sus dos hijos y ella. «Hay que saber delegar, no solo en el plano de la ejecución de faenas, sino también en su planificación. Solo así contribuiremos al equilibrio entre hombres y mujeres».

Deja un comentario