La misión humanitaria que partió de la escuela SAMU de Gelves para ayudar a refugiados ucranianos el pasado 2 de marzo ha sido la primera ONG extranjera en instalarse en Issacea (provincia de Tulcea, Rumanía), ciudad fronteriza entre los límites de Ucrania y los rumanos. Desde entonces, el equipo de diez voluntarios que se ha ido renovando en el último mes, se ha repartido entre Rumanía, Moldavia y Polonia.
Precisamente en Cracovia se encuentra actualmente Borja González de Escalada, vicepresidente de la Fundación SAMU, quien ha explicado a Aljarafe Digital, que la recepción de refugiados ucranianos allí es «diez veces superior a la que soporta Rumanía». Así, y observando que existen pocos albergues para acogerlos, «en estos momentos estamos prepagando un edificio para dar cobijo a unas 100/150 personas durante, mínimo, un año».
El SAMU de Gelves por tierra, mar y aire
Hace un mes, un grupo de ocho personas formado por enfermeros, médicos, técnicos de emergencias sanitarias y educadores sociales, entre los cuales se encuentran tres alumnos de la escuela, emprendieron un periplo para auxiliar a refugiados de Ucrania que les ha hecho viajar por tierra, mar y aire. «Cogimos el avión y dormimos en Múnich. Al día siguiente, otro hacia Bucarest y entonces alquilamos dos vehículos para llegar a Issacea e instalarnos».
Aunque cansados por el trayecto, Borja González de Escalada explica que una vez que se hicieron con el transporte terrestre, había que cargar las furgonetas de todo el material que no permite el avión: sillas, mesas, material de farmacia, etc. «Pero por fin, el viernes por la mañana nos presentamos a las autoridades locales rumanas y nos dieron todas las facilidades para montar nuestro puesto médico».
Un cometido con un pie en Rumanía, Moldavia y Polonia
Desde aquel viernes 5 de marzo este equipo solidario del SAMU de Gelves no ha dejado de atender a las personas provenientes de Ucrania que huyen de la invasión rusa. En ese punto, Issacea, los refugiados atraviesan el país por el río que hace de frontera natural entre ambos Estados del Este de Europa. «En la mayoría de los casos», sostiene el vicepresidente de la Fundación SAMU, «atendemos problemas menores de salud. Muchos son infecciones respiratorias y algunas heridas superficiales. Si detectamos patologías mayores, derivamos al hospital más cercano de la zona».
Un punto médico que ha sido el primero del triángulo que ha establecido el SAMU de Gelves entre Rumanía, Moldavia y Polonia. «La presión humanitaria que veíamos hace unas semanas se ha ralentizado en Rumanía. Después del éxodo de tres millones de personas, el flujo de personas parece disminuir». Sin embargo, para esta decena de valientes no hay descanso.
El equipo de Gelves, cada vez más reconocido entre las ONGs instaladas en la zona
Hace unas tres semanas, cuatro de las ocho personas que partieron para Rumanía se desplazaron Ivancea (Moldavia). Allí recorrieron y visitaron albergues y refugios improvisados para acercar la clínica lo máximo posible. «Muy especialmente en un país tan pobre como Moldavia cuya población se ha quinduplicado con la llegada de refugiados de Ucrania».
«Ahora mismo, el equipo de Moldavia se ha instalado en un albergue de 400 personas de Chinisáu, su capital. Y nos vamos apañando con traductores on line y personales porque aquí nadie habla inglés», subraya el vicepresidente del SAMU de Gelves. Allí, la presencia de menores ucranianos es mayor, por lo que consultan constantemente a un pediatra de un equipo suizo ante cualquier posible complicación. «Ya nos estamos haciendo un nombre y la población confía en nosotros».
El siguiente gran reto es Polonia. En este país escasean las instalaciones como albergues para ubicar a refugiados ucranianos. Por esta razón, el SAMU de Gelves ha decidido habilitar un edificio para unas 100 personas que puedan permanecer «mínimo un año. En estos momentos estoy yo solo en Cracovia organizando todo este desafío. Seguro que con la reacción solidaria que estamos consiguiendo, lo logramos». Desde esta organización se insiste en que la mejor forma de colaborar es aportando dinero porque «con esos fondos financiamos toda nuestra actuación», concluye Borja González de Escalada.
Rumanía, una gran anfitriona solidaria
Según el vicepresidente de la Fundación SAMU, tanto el cuerpo de Policía, como el de bomberos rumano es «amabilísimo». El campamento base es algo muy provisional, «pero allí hay tiendas de campañas con calefacción a tope y urinarios químicos. Además, algunas personas llegan con pasaporte y otras no. Las autoridades rumanas están facilitando todos los trámites a los refugiados con gran celeridad».
«No todo el pueblo ucraniano que llega a la frontera conoce su destino siguiente. Allí mismo, sobre la marcha, lo deciden, pero no suelen pernoctar en el punto fronterizo. Lo más habitual es solicitar ir a Bucarest y de ahí a otras ciudades de Europa». A pesar del frío y el cansancio, la Escuela SAMU de Gelves ha podido comprobar que muchos ciudadanos de Ucrania creen que «se trata de algo temporal. Esperan volver a casa en unas cuantas semanas. Lo están deseando».