Interior del centro Mater et Magistra de Mairena del Aljarafe.
Interior del centro Mater et Magistra de Mairena del Aljarafe.

La directora del centro Mater et Magistra tras 40 años de trabajo y esfuerzo veía cómo la agresividad de una pandemia entraba por la puerta de su centro para golpear con crudeza un proyecto que ha sido el sostén, el apoyo, de cientos de familias aljarafeñas.

Los familiares de los residentes no olvidan el trabajo de décadas de Mercedes y su equipo, tampoco lo olvidan las instituciones y ciudadanía de San Juan, Mairena y todo el Aljarafe. Todos ponen en valor la pasión y el cariño con el que Mater et Magistra cuida de sus residentes: «Mercedes es una mujer increíble, increíble, siempre ha dado absolutamente todo de ella», nos comenta Jose Luis, trabajador del Ayuntamiento de San Juan.

En Mater et Magistra, centro de atención especial para personas con diversidad funcional, han visto como 22 de sus residentes abandonaban el centro para ser ingresados en el hospital y cómo una de ellas, una usuaria de 64, fallecía a causa de la Covid-19. «Sus hermanos nos dijeron que sabían que habíamos hecho todo lo posible», nos cuenta Mercedes a Aljarafe Digital.

El centro cuenta con el apoyo de los familiares de los residentes

La comprensión y empatía que recibe Mater et Magistra es el sostén moral y anímico ante semejante drama. En España hemos sido testigos del estigma social que supone contraer el coronavirus, la sensación de ser un sujeto peligroso para los demás, la presunción de irresponsabilidad en la conducta del contagiado. En este caso los que conocen Mater et Magistra saben que han cumplido toda recomendación.




«Llevamos seis meses resistiendo, pero un día alguien tiene un síntoma y…», narra Mercedes. «Es muy fácil exigir que se cumplan las normas de seguridad, pero cuando cuidas de personas que no controlan su esfínter o que se comen las mascarillas, la cosa se pone difícil».

En Mater et Magistra, según narran los trabajadores del centro, todas las normas de seguridad para la entrada y salida del centro han sido de absoluto cumplimiento, pero ni por esas se ha logrado retener el virus, dando buena cuenta de la peligrosidad de esta pandemia.

La Junta no atiende las peticiones desesperadas de medicalización del centro

Una vez el virus entró y empezó a manifestarse la pasada semana, desde el centro imploran a la Junta de Andalucía que medicalicen la residencia o que saquen a los residentes para desinfectarla. Las autoridades sanitarias respondieron delegando en dos trabajadores del SAS quienes deciden a diario quién tiene que ser ingresado en el hospital y quién tiene que continuar confinado en la residencia.

Las patologías propias de una comunidad de riesgo como los usuarios de Mater et Magistra eleva, según la dirección del centro, la necesidad de atención hospitaliaria de los contagiados: «Una diarrea o un problema de respiración en uno de nuestros niños es muy grave», explica Mercedes. «Hemos llamado a todo el mundo, de verdad, a todo el mundo para intentar que nos den medios para combatir esto. Estamos desesperados, esto es un horror».




«Horror» es la palabra más repetida por Mercedes, que no parece cómoda hablando con los medios pero sabe que es una petición de socorro más que debe hacer por sus «niños». Son niños grandes, van desde la treintena hasta superados los sesenta: «Son como nuestros hijos. Ten en cuenta que nueve de ellos están tutelados por nosotros. Es decir, no tienen otra familia que no sea la nuestra».

El equipo de Mater et Magistra lo componen más de ochenta personas a las que han ordenado confinarse, pero claro «alguien tiene que cuidar de los once que quedan con nosotros». Tres trabajadores ya han dado positivo PCR por coronavirus pero desde el centro nos comunican que los síntomas los padecen un número mayor, que aún están esperando los resultados de las pruebas. «Yo solo sueño con el momento en el que volvamos a abrir las puertas y que los veamos entrar a todos sanos y salvos», dice Mercedes.

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