Fisioterapeuta en Umbrete / AD
Fisioterapeuta en Umbrete / AD

El 95% de las alumnas y pacientes de Esperanza Vargas son mujeres. Ella, además de mujer y fisioterapeuta, a veces se convierte en una psicóloga improvisada. En este sentido, Esperanza explica que habitualmente hace hincapié en sus clases en que «cuando sale el niño, entra la culpa».

«El mundo exige de nosotras que seamos superwoman. Esto significa alcanzar la perfección como madres, parejas, trabajadoras. Demostrar constantemente. Una quimera imposible que soportamos como una carga desde el principio de nuestra maternidad». Así, impera la sensación de no llegar a nada «como se debe».

«Si nos cuidamos, somos egoístas, si no, unas dejadas. Cuando conservamos nuestras prioridades profesionales, olvidamos a nuestros hijos. Al dormir para descansar, perdemos tiempo al lado de ellos. Y así, un largo etcétera. Yo he llegado a la conclusión de que nuestros hijos solo estarán bien si nosotras lo estamos. Entonces todo fluirá».

Empresaria, fisioterapeuta, mujer y madre. Esperanza Vargas cuenta para Aljarafe Digital su visión sobre el estado de la igualdad entre hombres y mujeres a propósito del 8 de marzo y es contundente: «las madres no concilian, siempre sacrifican». En opinión de Esperanza «la conciliación no es real en España» y ella puede dar fe; trabaja por las mañanas y por las tardes, haciendo malabares para poder coincidir con sus hijos a la hora de comer.

A pesar de que reconoce que se ha recorrido mucho en el terreno del reparto de responsabilidades «estamos lejos de que la vida laboral y familiar sean completamente compatibles». «Por injusto que parezca, siguen existiendo entrevistas de trabajo donde se nos pregunta por nuestro plan de futuro y en eso va intrínseco una cuestión sobre la opción de la maternidad en nuestras vidas».

Diplomada en Fisioterapia y especializada en el ejercicio terapéutico del campo de la ginecología y la obstetricia, Esperanza está personal y profesionalmente en constante contacto con la mujer. En su clínica Fisium de Umbrete trata sobre todo aspectos de la preparación al parto y la recuperación de suelo pélvico. Puede corroborar «que todavía falta mucha comprensión hacia nosotras por parte de la sociedad».

Tres peticiones en la Semana de la Mujer

Esperanza Vargas reconoce que vivir en el mismo pueblo donde habitan sus padres y suegros «es una lotería». Ellos permiten desarrollar su trabajo «pero no debiera ser así». Su marido realiza turnos de noche para poder atender a los hijos en horario de tarde mientras Esperanza trabaja en Fisium. «Una organización que pasa factura a la pareja inevitablemente».

Por ello, en el caso hipotético de que alguna vez los políticos pidieran consejo y asesoramiento a personas como Esperanza, ella defendería tres peticiones; por un lado, aumentaría el permiso de maternidad. Actualmente el hecho de que éste se haya igualado al de paternidad con 16 semanas «es un avance muy positivo, pero insuficiente. Nosotras necesitamos más tiempo con nuestros hijos».

Otra de las sugerencias sería «adelantar horarios en todos los sectores». Esperanza cree que si las jornadas laborales terminasen en torno a las 17.00 horas, las sesiones con el fisioterapeuta podrían adelantarse «y llegar a casa antes». La tercera de las mejoras tiene que ver con la equiparación de sueldos, para trabajadores y para autónomos.

Después del parto, las mujeres desaparecen del seguimiento en salud pública

La propietaria de Fisium tiene una oposición aprobada y podría optar por un horario relativamente cómodo de mañana. Sin embargo, prefiere el ámbito privado para tratar, como fisioterapeuta, a la mujer «sin prisas, sin cupos». Asimismo, pone de manifiesto que no tiene sentido, desde el punto de vista sanitario, que en el circuito público, una vez que se da a luz, «las matronas desaparezcan de las revisiones de las mujeres».

Un seguimiento que considera absolutamente «imprescindible». Ejemplo de ello es que está rehabilitando a mujeres que llevan 16 meses con dolores «insoportables del suelo pélvico. Algo que les impide, entre otras cosas, mantener relaciones sexuales». «Pero somos mujeres, tenemos que aguantarlo todo», resalta con ironía. «Ser madre es lo mejor y lo peor del mundo a la vez. Y no hay que tener miedo a expresarlo. Como con todas las relaciones, hace falta tiempo, adaptación y mucha empatía por parte de nuestro entorno».

Brecha salarial, el gran reto de la mujer del siglo XXI

Actualmente la Unión Europea estima que la brecha salarial entre hombres y mujeres ronda el 17%. En el caso de España, y tras la pandemia, esta cifra asciende a un 19%. Las causas principales son la diferencias de salarios en idénticos puestos de trabajo, las reducciones de jornadas solicitadas mayoritariamente por mujeres para cuidado de menores y dependientes y la precariedad de ciertos puestos de trabajo desempeñado básicamente por mujeres.

Esperanza sostiene que antes de montar su clínica disminuyó su carga de trabajo para cuidar a sus hijos. Una práctica muy habitual entre mujeres. Sin embargo, «el hombre suele ascender, se le presupone que cuando es padre conquista un estatus de mayor responsabilidad y debe ganar más dinero». Para esta mujer, fisioterapeuta y empresaria, la reducción de jornada es una falacia «si supone que lo que hacía en ocho horas, lo tengo que hacer en seis y llevarme encargos a casa».

Es más, «creo que el Estado debería asumir la cotización de las horas que completarían la jornada reducida. Así, de cara a pensiones y posibles ayudas, la brecha salarial se estrecharía sensiblemente.

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